Peores Inventos Vol. 1

Cuando razono sobre cuáles son los peores inventos, me gusta creer que los peores inventos ya han sido inventados con anterioridad, viajo al pasado, puesto que la mayoría de pésimos inventos con los cuales “convivimos” hoy en día son resultado de que existía un antecedente de malos inventos.

La televisión, mi eterno némesis, con el poder y autoridad para convertirse en el soma predilecto de un pueblo mundial, una droga vaya; este invento es capaz de obligarnos a prestarle atención por el hecho de existir, es en demasía gracioso observar a las personas que entran en un cuarto con una televisión encendida, casi de inmediato su único objetivo es verle; utilizo el verbo ver*, puesto que hemos tomado este habito (biológicamente hablando), dejando de lado la aplicación del intelecto a esta acción, Observar, si dedicáramos un momento del día y observáramos un instante de nuestra vida comparado con lo aparecido en la televisión, podríamos inferir en cuantas actitudes “no nuestras” implementamos en nuestro andar diario extraídas directamente de la caja, aun así, decimos que tenemos una personalidad propia, en casos extremos. Es risible la cantidad de cosas que llegamos a realizar para que se nos reconozca como únicas nuestras actitudes emuladas, generamos ideas, mintiéndonos sobre lo que en realidad somos. Dicho invento es capaz de encontrarse en cualquier lugar, pero lo realmente tétrico es la devoción con la cual es tratada esta “caja negra”, sobrepasando en ocasiones la convocatoria de la misma religión (otro peor invento), siendo capaz de unir a la familia en armoniosas horas de comida sin una sola palabra, permitiéndonos hablar con los demás de temas en común a los cuales llamamos información (humillaciones al intelecto), negándonos el derecho a expresarnos, limitando en muchas ocasiones la misma personalidad (lo menciono así por ser educado, esta es su mayor constante), este invento ideado de tal manera que moldea sociedades a un estilo de vida deprimente, limitado que poco a poco hemos ido aceptando, casi imperceptiblemente, hemos entregado a este monstruo generaciones completas que piden justicia por los múltiples homicidios intelectuales cometidos en los últimos 60 años, no es necesario juzgarle, somos solo secuelas de decisiones egoístas, pero seamos realistas, el modificar esto es de lo más sencillo.

“El siguiente imperio esta a la vuelta de la esquina, pero no sabemos si será por espada o por consenso.”

Creo en ti; hay cosas por hacer, siempre.